Ambición. Deseo. Venganza. No puedes tener uno sin los demás.
Hace miles de años, los Ven gobernaron el mundo. Eran un pueblo apasionado, obsesionados con el Romance y la Venganza, la ópera y el teatro, y todos los deleites prohibidos que su decadente cultura les proporcionaba. Finalmente, aquello que los hacía brillar también fue su perdición. Casas de Sangre es un juego sobre las obsesiones trágicas que tienen lugar en el fantástico mundo de la mitología y las leyendas Ven, donde los jugadores interpretan a poderosos personajes obsesionados con conquistar el mundo, destruir a sus enemigos y poseer todo lo que deseen.
En Casas de Sangre interpretas a un noble. Un personaje con un pasado. Un personaje con una familia, unos vasallos, unas obligaciones y unas responsabilidades. La Ley es un factor omnipresente en tu vida. Como eres un noble, los «tesoros» no tienen un valor real para ti y problemas tales como los «monstruos errantes» son problemas de los que se debería encargar alguien que tenga un estatus inferior al tuyo. Alguien a quien contrates. Alguien desechable. Y en lugar de vivir en una burbuja inmune a los efectos de los tejemanejes políticos, tu personaje vive en un mundo que parece un hijo bastardo de Tanith Lee y Nicolás Maquiavelo.
Sus sueños estaban hambrientos y devoraban sus días. Las sábanas empapadas en sudor se le pegaban a la piel, los huesos le pesaban tanto, los músculos se le habían vuelto tan débiles... Incluso el sol del mediodía palidecía a sus ojos. El Solaz estaba a punto de alcanzarla y lo único que era capaz de hacer era rememorar. Rememorar a su amor más auténtico y a su enemigo más auténtico. Y, por supuesto, ambos eran el mismo hombre…
—La magnífica y trágica vida de Shara Yvarai
Si alguna vez has jugado a algún juego de rol quizá te hayas dado cuenta de que los personajes rara vez envejecen, sino que están encerrados en una perpetua edad de veinticinco años, y siempre parecen «mejorar». Conforme su vida avanza, los puntos de experiencia siempre se suman a sus habilidades. Independientemente de la edad que aparenten, todos los personajes de rol parecen tener veinticinco años eternamente.
Aquí no.
En este juego los personajes empiezan jóvenes, quizá con entre dieciséis y diecinueve años, y conforme el juego avanza, van envejeciendo. Conforme se hacen mayores, aprenden nuevas habilidades y descubren nuevos talentos. Sin embargo, conforme se hacen mayores, la vejez los acecha como una inevitable sombra. No puedes escapar de ella. Siempre está a la vuelta de la esquina.
Casas de Sangre no va sobre un constante ascenso hacia la perfección. Va sobre hacer todo lo que puedas en el tiempo que tienes. Hay un reloj sobre tu personaje que nunca deja de hacer tictac. La manecilla de las horas siempre avanza hacia la medianoche.
Siempre es más tarde de lo que crees.
