Antes, tu vida era pura rutina, poco más que acudir a un trabajo tedioso, alimentarte de comida basura y ver la tele.
Pero ya no.
Descubriste que no eras como los demás, que tenías un increíble superpoder y que el mundo era diferente a todo lo que habías imaginado. Poco después te hicieron una oferta que no pudiste rechazar: unirte al Escuadrón Maldito, el grupo de superhéroes más raro que haya existido jamás.
Este es un juego extraño… para un mundo extraño. En sus páginas encontrarás las instrucciones necesarias para jugar a un juego llamado Poderes Malditos. Como preparativos para jugar necesitarás reunir a un grupo de amigos en un lugar tranquilo donde poder hablar y tener algunos dados de distintas caras, lápiz y papel. Este juego es, esencialmente, una forma colaborativa de contar historias imaginarias. Pero estas no serán historias cualesquiera, sino asombrosas aventuras llenas de sucesos extraños, superpoderes y locura.
Poderes Malditos es un juego donde tus intenciones y motivaciones marcarán la diferencia. Un juego sobre contar historias imaginarias, pero no unas historias cualesquiera, sino asombrosas aventuras llenas de sucesos extraordinarios, conspiraciones y locura. Historias protagonizadas por hombres y mujeres inestables dotados de grandes superpoderes. Héroes que realizan misiones secretas para proteger al mundo de monstruos sobrenaturales, artefactos que tienden a explotar y muchas otras amenazas.
Una sesión de Poderes Malditos es, al nivel más básico, una conversación entre varios jugadores que comparten y crean una historia de ficción. Para mantener un orden, las reglas determinan que cada uno de los jugadores narre la historia desde una perspectiva concreta: la de su personaje (qué hace, qué piensa y qué siente). No pueden describir desde el punto de vista de otros o crear un trasfondo que no esté al alcance de su personaje. Sin embargo, sí pueden describir acciones por parte de su héroe con el propósito de conseguir estos efectos.
Poderes Malditos es un juego de David Muelas Sahagún ilustrado por Salvador Navarro y con diseño gráfico de Esther Sanz
