Madrid Innombrable, por Mario Fernández

En: Nuestros juegos

Mario Fernández (Matrioska, Panicovisión, Los que Miran al Abismo) te cuenta, en este artículo, todos los pormenores del nuevo suplemento.

Conoce más sobre la ambientación de Los que Miran al Abismo, suplemento para Cultos Innombrables, de la mano de su autor, Mario Fernández

En breve se va a publicar mi campaña “Los que miran al abismo”, para “Cultos innombrables”. Transcurre durante un arco de más de 40 años en diversas localizaciones, pero la principal es Madrid Innombrable, que es donde nací y viví mis primeras décadas.

Y sí, el Madrid en el que me crie no era el que todo el mundo conoce, era el Madrid Innombrable, que se sitúa en un paisaje mental y una época muy concretos. Y si me das un par de minutos, te explico qué lo hacía diferente de cualquier otra ciudad y cualquier otro tiempo.

Ponte en torno al año 84 u 85, cuando debía tener como 10 u 11 años.

Estaba en casa de mi amigo Ramón, en su habitación. A los dos nos flipaban los cómics, Madonna, el terror y el ocultismo. Con el rol no me puse hasta 3 o 4 años después. Nunca hablamos del tema, pero en casa de Ramón había problemas, era algo que se notaba, ya sabes… y aquella tarde de otoño me dijo que se iba a escapar de casa.

- Pero ¿qué vas a hacer? ¿Dónde vas a vivir?

- Me voy a ir a buscar al Dr. Jiménez del Oso. Llegado a este punto debo hacer un pequeño alto, querido amigo milenial, para aclararte que Jiménez del Oso era algo así como el Iker Jiménez de los 60, 70 y 80.

- ¿Para qué? -seguí.

- Para ser su ayudante.

¿Cómo Batman y Robin?

- Como Ben Mears y Mark Petrie. Este segundo inciso es para aclararte que estos eran los personajes protagonistas de “El misterio de Salems Lot”, que nos súper flipaba.

- Qué gilipollez -respondí, aunque lo que realmente estaba pensando era “qué mierda que no se me ha ocurrido a mí primero”.

Verás, en el Madrid de mi infancia se te aparecía la niña de la curva en la carretera de Majadahonda.

No es coña.

Los ovnis de Ummo sobrevolaban Aluche y San José de Valderas. El espíritu atormentado de la niña Raimundita recorría el palacio de Linares en pleno Paseo de la Castellana y la policía tenía que actuar en un piso de Vallecas porque los poltergeist la estaban liando muy parda. Pero en mi barrio (en todos los barrios) también teníamos movidas paranormales de andar por casa. Había una tía que te quitaba el mal de ojo con un ritual y otra que te veía el futuro en las líneas de la mano bajo tu cuenta y riesgo (y la voluntad). No era algo que uno leyese en un pasquín recogido del suelo levantando una ceja. Era algo que te recomendaba una buena amiga en la peluquería si alguna cosa te preocupaba.

Y recuerdo que por mi casa pasaba cada tanto una reliquia de la iglesia con una virgen a la que mi madre rezaba y tenía siempre alumbrada con velas hasta que me tocaba llevársela a la siguiente vecina, María Aurora, la del tercero, que tenía un perro tan feo que eso sí que era una cosa paranormal.

En los 60, 70, 80 y 90, el ocultismo se codeaba con lo cotidiano en los telediarios y la prensa. Los casos que enumeré antes, aparecían en el ABC y en “Esta noche cruzamos el Mississippi”. En los debates de “La Clave” de José Luis Balbín, unos señores que fumaban mucho debatían en un programa sobre el devenir de la política internacional, y en el siguiente te hablaban de posesiones demoníacas o la vida en otras galaxias.

Uri Geller asaltaba el prime time doblando cucharas con la mente y en los kioscos te comprabas un tebeo y un fascículo de la Enciclopedia de las Ciencias Ocultas Salvat. También en los kioscos compramos un número de la revista Más Allá que traía una casette con psicofonías que traumatizó a los chavales de media España y que nos copiábamos unos a otros, hasta que perdía tanta calidad que se escuchaban psicofonías dentro de las psicofonías.

Y ahora volvamos a “Los que miran al abismo”.

Es en ese Madrid Innombrable en el que transcurre gran parte de la campaña. Ese Madrid en el que crecí y que espero que haya permeado en sus páginas.

En un capítulo te explico cómo cambiar la ambientación a otra ciudad. A la tuya o a Harrisburg, Pensilvania, si es lo que te rota. Incluso te doy algún consejo sobre cómo hacerlo. Pero es algo que te recomiendo únicamente si tú también has vivido en una ciudad Innombrable. Ojalá que sí.

________________________________

Mario Fernández nace en los años 70 en el Madrid Innombrable. De día trabaja en el sector audiovisual y por las noches escribe juegos de rol y reflexiones en roldemedianoche.com. Ha escrito con Nosolorol “Matrioska”, “Panicovisión” y próximamente “Los que miran al abismo” para “Cultos Innombrables”.