La familia en A Taste for Murder

En el anterior artículo sobre A Taste for Murder hablamos de la casa señorial en la que se ambientan las partidas de este juego. La casa se organiza en torno a la familia. Todo está dispuesto para su comodidad, lujo y entretenimiento. Acomódese para conocer a la familia aristócrata en el artículo de hoy.

El señor de la casa, como cabeza de familia, es el director moral del hogar. Se habrá criado en la época victoriana y esperará dirigirlo con autoridad justa y severa. Como hombre, entenderá que su papel consiste en tomar decisiones, ganar dinero e inspirar a los habitantes de la casa.

Siendo realistas, lo más probable es que el señor sea un nuevo rico, un industrial, y no un aristócrata. Quizás haya ganado su fortuna gracias al negocio de la maquinaria, la industria textil o incluso el ferrocarril. Habrá sido nombrado caballero, probablemente en la época eduardiana, para poder ser admitido en la aristocracia, y ahora se le llamará por su título y su nombre de pila, por ejemplo, Sir Edward. Este título no es hereditario, por lo que se espera que sus hijos continúen con el negocio familiar si quieren mantener el patrimonio de su padre.

No obstante, puede ser divertido que el señor sea un «viejo rico», es decir, un antiguo aristócrata. En ese caso, procederá de un antiguo linaje que ha sobrevivido a la depresión agraria, quizás gracias a inteligentes inversiones o quizás ocupando un puesto en la dirección de alguna empresa. La casa habrá pertenecido a la familia durante generaciones, lo que significará, por supuesto, que la responsabilidad de su supervivencia descansa sobre los hombros del señor. Es posible que se dirijan a él por el título de «lord», seguido de su nombre o bien de un topónimo, por ejemplo, lord Brownlow o lord Leicester. También es posible que sea un duque, un barón o un marqués.

El señor es responsable de todos los criados varones excepto del cocinero. Cumple esta responsabilidad mediante conversaciones diarias con el mayordomo. Por supuesto, el señor nunca hablará directamente con los criados de rango inferior.

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La señora de la casa es el centro práctico y social del hogar. Uno de sus papeles es el de anfitriona: es la cara pública de la casa, la que organiza los eventos sociales y mantiene el protocolo. Si uno de estos eventos sale mal —lo que, en el juego, es virtualmente una certeza— significará una mancha en su reputación. También es responsable de dirigir el día a día de la casa. Probablemente tenga una mentalidad más práctica que el señor: si el dinero empieza a acabarse, ella será la primera en darse cuenta. Los criados se dirigen a ella como «Milady».

La señora de la casa se crió también en la época victoriana y habrá sido educada para renunciar a estudiar y ser una buena esposa y madre. En teoría está subordinada al señor, que es el cabeza de familia, pero dada la importancia de la esfera social, en la práctica su autoridad es igual o mayor que la de su esposo. Si es una mujer de su tiempo, es posible que no se someta a la autoridad absoluta de su marido.

El joven señor es el hijo del señor y la señora de la casa. Ya no es un niño, sino un joven o un adolescente. Probablemente haya estudiado en Oxford o Cambridge. Tradicionalmente, el primogénito aprenderá el funcionamiento de la casa y el negocio paterno, esperando heredar ambos. Se consideraría un insulto pedirle que trabajase o, Dios no lo quiera, que aprendiera un oficio. Sin embargo, en estos tiempos difíciles, puede que cualquiera de las dos cosas sean necesarias.

El segundo hijo tradicionalmente se unía al clero, mientras que los siguientes hijos solían alistarse en el ejército. Cuando el padre fallecía, solo el primogénito heredaba. A no ser que muriera, por supuesto.

Los jóvenes de la época vivían con desenfreno; les gustaban los coches rápidos, la bebida y las mujeres, todo lo cual se costeaban con el dinero que les daban sus padres. Se esperaba de los hijos que tarde o temprano se casaran, pero esta tarea se posponía tanto como fuera posible. Que tuvieran escarceos con mujeres era de esperar, tanto antes del matrimonio como después. Que tuvieran escarceos con hombres era, por supuesto, un escándalo.

La señorita es la hija. Aunque no tenga una educación formal, será experta en las habilidades sociales. Habrá sido educada para sus responsabilidades como esposa y se esperará de ella que se case bien casada. No obstante, los tiempos estaban cambiando y las jóvenes tenían esperanzas más allá del matrimonio. A muchas les gustaban los coches rápidos, el tabaco y la bebida tanto como a sus hermanos, aunque con la desaprobación de sus padres, y muchas habían viajado. Por supuesto, que tuvieran escarceos románticos era un escándalo, lo que no quiere decir que no ocurriese. Era más probable que los padres fueran indulgentes con el desenfreno de la vida de sus hijos, de quienes se esperaba, que de sus hijas, de quienes no se esperaba. Muchos padres temían que sus hijas se comprometieran con pretendientes inadecuados o, lo que sería aún más horrible, que se quedaran embarazadas.

El señorito y la señorita son los hijos menores del señor y la señora. Son los únicos de la familia que pasan tiempo con los criados, que los entretienen. Los cría una niñera y tienen escaso contacto con sus padres, que tienen otros asuntos que atender. Puede que estudien en un internado, pero lo más probable es que los eduque un tutor o una institutriz.

En la casa también pueden vivir otros miembros de la familia. Si la señora de la casa tiene una hermana soltera, es posible que viva con ellos. De igual manera, es posible que uno de los ancianos padres del señor o la señora resida en la casa.

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20/09/2017 Nosolorol Ediciones https://www.nosolorol.com/img/nosolorol-ediciones-logo-14727449041.jpg https://www.nosolorol.com/
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