El frío atravesaba mi cuerpo demacrado. El viento se arremolinaba por las calles, barriendo las sábanas cubiertas de nieve que tapaban innumerables cuerpos congelados. Una mano retorcida de color gris blanquecino sobresalía de la masa helada de cadáveres, llamándome con sus dedos arrugados. A lo lejos, tronaban las bombas, pero aquí solo se podía escuchar el viento; el frío extremo apagaba todos los demás sonidos.
Atravesé la puerta oscura y bajé las escaleras. Cuando entré en el pequeño sótano, la estufa estaba fría. Vi el cuerpo desmadejado de Yury en el suelo, muerto. Le di la vuelta para confirmar que era él y me encontré con su rostro huesudo, estaba pálido y macilento. Magda yacía acurrucada en sus brazos inertes, me miró con ojos vacíos, pero estaba viva. La liberé suavemente del mortal abrazo y la cogí en brazos. No dijo nada. Dentro del abrigo de Yury había dos cartillas de racionamiento. Me las guardé en el bolsillo. Vacilé un momento y luego cogí también las de Magda. Ella me vio hacerlo y me miró con ojos acusadores, como si comprendiera que acababa de firmar su sentencia de muerte.
Al principio pensé en abandonarla allí, pero su mirada de reproche me hizo cubrirla con el abrigo de Yury, colocarla en su trineo y llevarla conmigo. Cruzamos el canal Griboyedov y subimos por la calle Dekabristov. Dos personas se tambaleaban junto a la pared de la casa que había al otro lado de la calle, y una patrulla custodiaba el cruce de la Ópera, cuyos escalones de piedra estaban cubiertos de cadáveres congelados. Pasé al lado del cercado y de los centinelas del puente, y luego giré a la izquierda, hacia la casa de Kalenko. Dos deprimentes guardias estaban fuera, en la entrada, pero apenas me miraron cuando llamé a la puerta. Un anciano me atendió. Dejé el trineo con Magda en la entrada y retrocedí. Aquellos que cruzaban las puertas de Kalenko rara vez volvían a salir. El anciano me dirigió una sonrisa desdentada, levantó a la niña con un brazo como si fuera un paquete ligero, y cerró la puerta detrás de él. Volví con torpeza por el puente, a través de la llovizna nevada.
La Virgen Negra es una campaña clásica de KULT inédita fuera de Suecia y Francia. Cada uno de los seis episodios que la conforman llevan a los personajes jugadores a una aventura inquietante relacionada con el Ángel de la Muerte Chagidiel, la Arconte Binah y sus sirvientes.
La aventura, que tiene lugar en 1991 y se desarrolla en una Alemania recientemente reunificada, llevará a los personajes jugadores a una Unión Soviética al borde del colapso para descubrir el misterio de lo que realmente sucedió en Leningrado durante la Segunda Guerra Mundial. Durante la campaña se adentrarán en un mundo de sueños oscuros y se aventurarán en las profundidades del Infierno tratando de encontrar la salvación.
La Virgen Negra está escrita para KULT: Divinidad Perdida y se ha actualizado con un capítulo completamente nuevo que describe el mundo en 1991 y nuevas reglas para la creación de personajes relacionados con el escenario y la historia.
Necesitas KULT: Divinidad Perdida para jugar a La Virgen Negra. Este juego de rol de terror está enfocado a un público adulto.
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