El Coro Celestial en Mago: La Ascensión

Las Tradiciones en Mago: La Ascensión, para Mundo de Tinieblas, buscan terminar con el control de la Teocracia. El Coro Celestial es una de ellas.

El Coro Celestial, herejes e idealistas de los credos monoteístas del mundo, acata la voz de lo Divino. Todos los seres vivos, conjurados y animados por el Uno (sea cual sea el nombre por el que se le conozca) pueden unirse a esa Canción y dar forma a la Creación. Desafiando sus diversas ortodoxias, los Coristas enseñan que la Canción tiene muchas armonías. Alguien de fe puede oírla y aproximarse al Uno a través de diversos credos. Y por su tolerancia, los Cantantes han soportado un cruento historial de martirios.

Las liturgias de los Coristas hablan de unidad y división, triunfo y congoja. Los más viejos cantos datan de la Primera Edad, la Ruptura, cuando la unidad pura del Uno fue rota y los Primeros Cantantes, héroes mortales de una fe sin límites, confrontaron y subyugaron a los espíritus rotos de entidades defectuosas. Los cantos pentatónicos recuperados de la dinastía XVIII de Egipto recuerdan al sacerdote ciego Mentuhetep, que llevó al faraón Amenhotep IV a adorar al dios Sol, Atón. La ciudad del faraón, Akhetaten; su nuevo nombre, Ikhnaton; sus compañeros adoradores, la Congregación Sagrada, procedían de tierras dispares y aun así vivían en armonía. El Coro canta sobre todas estas cosas y muchas más. Entonces su canto se convirtió en una marcha fúnebre: sacerdotes celosos de la vieja fe destruyeron la ciudad de Ikhnaton y trataron de borrarlo de la historia. La Congregación se dispersó por todo Oriente Próximo.

Y entonces, una creciente melodía, su contrapunto bajo y oscuro: durante dieciséis siglos, grupos diversos y díscolos de Congregantes crecieron en fuerza. Primero vinieron los cultistas de los misterios mitraicos, guardados por escudos romanos; después, tras la Ascensión de Cristo, una secta llamada Voces Mesiánicas. Para suprimir la corrupción en la naciente Iglesia romana, el mago Mesiánico Claudius Dediticius fundó sus Caballeros del Arcángel Gabriel, Mensajero de Dios. No podría haber imaginado que al final los Gabrielitas se convertirían en la Cábala del Pensamiento Puro, predecesores del Nuevo Orden Mundial de la Tecnocracia.

Las notas discordantes son heraldo de la Canción de Guerra: por medio de simonía y gratificaciones, creando reyes y mediante crueldad, la Cábala amasó poder temporal. Sus rígidas formas y sus rampantes abusos, como la bárbara cruzada albigense, alejaron a los magi “herejes”. Durante el cisma occidental, estos antinomistas promovieron nuevos movimientos: valdenses, husitas o la herejía del espíritu libre. Contactaron con espíritus afines en el Islam ismailita y en la orden Bektashí, entre los majestuosos reyes zoroástricos, incluso entre los eruditos-guerreros nacionalistas hinduistas Vishnudharadhara (“la Espada de Vishnu”). Tal ecumenismo era herético, pero los antinomistas no se arrodillaban ante ninguna autoridad mortal, ya fuese la Iglesia o el Estado. Y por ello, fueron cazados. Las llamas de la Inquisición ardían calientes. Mientras tanto, los Congregantes flaquearon, si no en su devoción sin duda en su progreso, debido a guerras dialécticas entre ellos y Mágicas contra los Herméticos y las brujas.

En 1461, los Congregantes de todas las fes monoteístas presentaron una cara unificada al Concilio de las Nueve como el Choeur Céleste.

Sin embargo, el nuevo Coro decayó a causa de la persecución, las masacres y la intolerancia. Para dividir y conquistar, la Cábala promovió siglos de guerra cultural entre las fes occidentales. Y aunque el fundamentalismo fortalece el paradigma del Coro (muchos Durmientes aún creen en los milagros), también destruye el mensaje de unidad divina.

Incluso así, los Coristas aún predican ese mensaje. Es más, lo viven. Entre las Tradiciones, el Coro es quizás la más compasiva… y ciertamente habla con más fuerza, en conjunto, por el bienestar de las Masas. Aunque ciertos miembros pueden ser fanáticos, ni siquiera los Cantantes primitivistas son fundamentalistas religiosos en el sentido en que los Durmientes entienden ese término. Para oír siquiera las notas más simples de la Canción (y luego sobrevivir en el Concilio), un Corista debe trascender el dogma y abrazar la fe. En lo que respecta a matices teológicos más peliagudos (el sexo de la Divinidad, el papel de Cristo y el Profeta en el plan Divino... Esa clase de cosas), los Coristas actuales evitan deliberadamente adoptar una posición oficial. Como resultado, hay mucha tensión en sus filas, ¡pero al menos ya nadie está siendo quemado vivo por ello!

No todo es paz y amor, por supuesto. Las viejas heridas permanecen entre este grupo y sus compañeros. Por necesidad y fe, el Coro aún discute con esta complicada alianza, debatiendo dónde y cuándo trazar las líneas con “amigos” que practican Artes aborrecibles. Aun así, los visionarios de las Tradiciones otorgan al Concilio pruebas de lo que puede reportar estar unidos por la tolerancia. “Cantamos en armonía”, insisten, “y así podríamos ser todos”.

La Iniciación de los Magos al Coro Celestial

Los Presbíteros buscan reclutas comprometidos socialmente en las organizaciones eclesiásticas. Algunos adoradores Despiertan de forma espontánea por medio de poderosas experiencias religiosas, especialmente aquéllas que implican música. Cada nuevo aprendiz, o Catecúmeno, se somete a la rigurosa instrucción de un mago experimentado llamado Precepto. Como muchas formas de entrenamiento religioso, esta instrucción implica asuntos de doctrina, disciplina personal y, obviamente, muchas lecciones de canto.

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20/09/2024 Nosolorol Ediciones https://www.nosolorol.com/img/nosolorol-ediciones-logo-14727449041.jpg https://www.nosolorol.com/
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