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Los feéricos son seres caprichosos, maliciosos y a menudo peligrosos, pero a pesar de su caótica reputación, siguen una serie de reglas. Estas reglas, ampliamente malinterpretadas por los forasteros, están codificadas y son aplicadas por un conjunto de encumbrados nobles feéricos. Como corresponde a cualquier estructura cortesana, los feéricos se inclinan ante los caballeros y las damas: criaturas misteriosas de inmenso poder que gobiernan las cortes.

Sobre los monstruos y enemigos

Jefes de estado.

Los caballeros y damas feéricos son seres de alto rango y prodigioso poder personal. Cada uno gobierna al menos una gran ciudad, e incluso una nación entera. No importa el alcance del gobierno de un noble feérico, a sus ojos, la palabra de un gobernante feérico es ley, ¡y así será para el resto del mundo! Puede que los forasteros no entiendan los edictos e interdictos de un noble feérico, pero eso no les protege de los duros castigos que esperan a quienes los incumplan, a sabiendas o no.

Círculos de poder.

Cada noble feérico es soberano en su propia zona, y los gobernantes mantienen una rígida jerarquía entre ellos. La Reina de la Noche y la Magia es sin duda la más poderosa de todos los nobles feéricos, y gobierna cíclicamente con su amargado marido, el Rey Luz de Luna. Juntos, los monarcas del verano y del invierno gobiernan sobre toda la raza de feéricos sombríos. El Rey del Río es el siguiente en el poder, y gobierna a los elfos del río del bosque de Arbonesse. La Reina de las Nieves gobierna entre el hielo, la escarcha y los saqueadores del lejano norte, además de comandar la obediencia de los fraughashar y las doncellas de hielo. El Rey Oso, políticamente más débil , gobierna una ciudad estado en el norte, donde los úrsidos son comunes y la hidromiel fluye como el agua. El más extraño de todos ellos es el Señor de la Caza. Aunque se le asocia tanto con los feéricos sombríos como con los elfos luminosos, nadie está seguro de su verdadera identidad ni de cómo encaja en la estructura política de la nobleza feérica. Como rara vez se preocupa por la política, pocos han sentido la necesidad de insistir en la cuestión. Sin duda existen otras cortes y gobernantes feéricos, aunque sus líderes son más esotéricos que los descritos aquí.

Tronos vacantes.

Cuando muere un caballero o una dama, la corte no se queda sin líder durante mucho tiempo. Entre los seres feéricos, los ambiciosos siempre están ávidos de más poder y codician el puesto de sus superiores. Después de un mes o un año de luto tradicional, las despiadadas luchas de poder eliminan a los débiles y allanan el camino para que el más astuto o el más fuerte ocupe el trono vacante en la corte.

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