Naciones Piratas: El Mar Atabeano

Una semana más te traemos un pequeño resumen de una de las Naciones Piratas de 7º Mar, pueblos que viven por el para el mar alejados de las cortes de Théah. Descubre hoy El Mar Atabeano, la nación de los Rahuri.

Los barcos que cruzan aguas peligrosas para posar la mirada en el Nuevo Mundo de Aztlán solo encuentran más peligros aguardándoles al entrar en la   cadena de islas que rodea al mar Atabeano. Una serie de islas que circunvalan un tumultuoso estrecho de agua, un mar que es el hogar del pueblo rahuri, guardianes de las aguas y sirvientes ancestrales de todos los seres que viven por encima y por debajo de las olas.

La leyenda afirma que los rahuris huyeron del continente de Aztlán por miedo a la ira de un gran dios y que fueron guiados hasta el océano abierto. Ahí  fundaron una nación a lo largo de varias islas e hicieron las paces con el enfadado dios. A cambio de seguridad, prometieron atender al gran mar y a sus habitantes, humanos y no humanos. Esta tarea resultó ser peligrosa hasta el extremo… pues el mar Atabeano tiene otro nombre, una traducción para cualquier théano que se atreva a adentrarse en sus aguas. El mar de los Monstruos.

Durante varias generaciones, los rahuris se expandieron por las islas disponibles. Se dividieron en colonias más pequeñas, colonizaron las islas y  establecieron rutas comerciales entre los diferentes grupos. Mientras viajaron, el espíritu permaneció con los rahuris y adoptó un nuevo nombre y un nuevo rol: Mama Yaya, la madre del mar.

Cuando otras naciones llegaron al mar Atabeano descubrieron una gran red de aldeas dirigidas por prósperas tribus rahuris que navegaban por el océano  y se alimentaban de las criaturas que ahí vivían. Los nativos, expertos pescadores, no solo se volvieron adeptos a capturar peces y algas para conseguir alimento y comerciar, sino que también se hicieron expertos en rastrear y matar a los habitantes más grandes del Atabeano. Esta práctica se convirtió en el centro de su comercio y dieta, ya que una criatura marina grande podía alimentar a una aldea entera durante una estación. Los rahuris recolectaban y enviaban partes de criaturas a otras islas, lo que creó un sistema comercial fuerte entre islas y unificó a las remotas aldeas en una nación rahuri unida.

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Debido a aquella unidad, el mar permaneció bajo el control del pueblo rahuri durante cientos de años. Naciones más pequeñas llegaron y desafiaron a los rahuris para hacerse con el control de su territorio y pequeñas guerras hicieron que los asentamientos del Atabeano siguieran cambiando y reorganizándose. Sin embargo, el núcleo del comercio atabeano permaneció estable en el asentamiento rahuri de Naca’an, en la isla más septentrional de la cadena. Desde ahí, los líderes rahuris, que reciben el nombre de caciques, se reunieron desde los diversos asentamientos y seleccionaron un cacique para que mantuviera el bienestar del mar Atabeano, como le fue prometido al gran dios hace tiempo. Aunque nadie conoce la fecha del primer Gran Cacique, los registros indican que veinte líderes poderosos vinieron y se fueron antes de que llegaran los barcos théanos al mar de los Monstruos.

El corsario castellano convertido en explorador Alejandro Dantés y su barco, el Sydonia, tomó tierra en la isla de Borequen en primus de 1543 y estableció contacto por primera vez con el pueblo rahuri. Aunque este primer encuentro sucedió sin incidentes, las primeras relaciones entre los recién llegados y los rahuris fueron tensas, en el mejor de los casos. Los rahuris no confiaban en los visitantes, una preocupación heredada de la desconfianza de sus ancestros hacia los extraños del continente de Aztlán. Cuando los castellanos ofrecieron un intercambio comercial justo, los rahuris empezaron a fomentar la  interacción con sus visitantes. Los castellanos ofrecieron tecnología y métodos de producción que ya eran famosos en Théah, una perspectiva que intrigó  lo suficiente al cacique de Borequen para aprobar futuras negociaciones. El cacique organizó una reunión para el capitán Dantés y sus delegados con el  Gran Cacique en Naca’an en nonus de 1543.

Cuando los castellanos llegaron a Naca’an fueron recibidos en el puerto por dos barcos montaigneses, el Cyrielle y Le Alexandre, y el galeón vodaccio Egress. Nadie está seguro de quién dio el primer golpe. Unos dicen que fue el embajador vodaccio en un intento por sobornar al Gran Cacique, al cual  ofendió de tal manera que las negociaciones terminaron. Según otras historias, la delegación de Montaigne intentó envenenar la comida del resto de partidas. En su diario, el capitán Dantés escribió que le obligaron por las armas a salir de su cama y lo tiraron al agua. Los rahuris estaban muy ofendidos por los théanos y esperaban que los visitantes volvieran nadando a sus barcos por las aguas infestadas de monstruos. La mayoría no consiguieron terminar aquel corto trayecto.

Descubre con Naciones Piratas las increíbles culturas que se esconden en los mares de Theàh y vive grandes aventuras con 7º Mar.

03/01/2019 Nosolorol Ediciones https://www.nosolorol.com/img/nosolorol-ediciones-logo-14727449041.jpg https://www.nosolorol.com/
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